El desfile se realizó en Madrid

En un mundo cada vez más oscuro, Agatha Ruiz de la Prada brilla con luz propia y nos invita a seguir su estela.


Fiel a si misma, esta temporada, cuando se cumplen 30 años desde que hiciera su primer desfile en Madrid, sus íconos la acompañan más que nunca, se funden con las prendas en cortes al biés o son perforadas con láser en el propio tejido, así como trabajadas en estampados o jaquards. Las líneas son básicas, estructuras rectangulares para chaquetas y abrigos, formas trapecio y evasé para faldas y vestidos. Estas mismas siluetas se trasforman en globos a través de frunces y pliegues que marcan escotes, puños y cinturas.

Los tejidos aportan las mismas sensaciones que las siluetas, comodidad, sencillez y calidad. Paños de lana tipo muflón, algodones en tricot, circular y satén, sedas en rasos, tafetas y jaquard con diseños de corazones, lanas trabajadas en ganchillo y terciopelos perfectos para el invierno, todos en una amplia gama de colorido. Además incorporamos materiales impermeables, lúrex, lentejuelas y efectos metalizados que aportan brillo y luz a las siluetas.

Los colores son como siempre fundamentales en el mundo de la diseñadora. Como novedad, presenta la colección de sombreros, realizados principalmente en capelinas de lana, de formas sencillas y divertidas. Las gafas de formas imposibles y de grandes tamaños se mezclan con nuestras colecciones de joyería y bisutería, plata, cristales y esmaltes se convierten en piezas esenciales.

Los bolsos, estampados, en charoles o trabajados con los tejidos de la colección nos complementan desde el día más informal a la noche más sofisticada. Los zapatos al igual que toda la colección buscan sobre todo la comodidad, de línea sencilla juegan con las combinaciones de colores y materiales.

Esta temporada lo clásico y la vanguardia se unen en una colección que como ya es usual, no dejará indiferente a nadie.