El equipo está subiendo por 2º vez al Campamento 1, para quedarse un par de jornadas aclimatando a la altura (6.150 ms), para luego volver al Campo Base (5.300 mts)

19/4/2010 – Reporte Campo Base y Campamento 1 – 6.150 MTS – (Días 26)
Por Alvar Puente

Periche parece el último bastión de la civilización en el valle del Khumbu, a partir de este pequeño pueblito las laderas de las montañas se van acercando paulatinamente unas a otras conformando lo que es un clásico valle glaciar en U.

Los kilómetros van quedando atrás y los metros se van haciendo sentir en la respiración agitada, el proceso de aclimatación es una lenta transformación del cuerpo y del espíritu, nada se parece en la vida cotidiana a estar sometido a la carencia de oxígeno por tiempo prolongado, desde el más sencillo acto de agacharse para atarse los cordones se puede convertir en una tarea opresiva para los pulmones y vacilante para la cabeza, con lo que la concentración es una más de las consignas a tener en cuenta durante el acercamiento.

Acometemos la ladera Este de lo que ya representa el macizo del Everest y después de un par de horas de ascenso llegamos al caserío de Dhukla en donde tras una hidratación dilatada nos enfrentamos a una cuesta morrènica de unos 200 mts de desnivel, la primer muestra concreta del tamaño de este gran coloso que es el Chomolugma, la morrena frontal no sólo es descomunal sino que también presenta piedras del tamaño de containers portuarios, sino más…

La caravana, que a esta altura sigue compartiendo a las expediciones y a los grupos de trekking que van hasta el base, es interminable y bajo los rayos del torturante sol por momentos el acercamiento a Logbuche se hace costoso. La tarde avanza y con la caída del sol llega el frío profundo, solo combatible desde las plumas de las espesas bolsas de dormir, en los hostels la única calefacción es una estufa en el centro del comedor, donde posteriormente sherpas y porteadores armaran sus jergones para pasar la noche, mientras las habitaciones son gélidas estancias de piedra que ayudan a dar una idea de lo que serán las noches en el campo base y en los campamentos superiores.

La fresca mañana trae el escenario nuevo de cielos diáfanos y nuevas vertientes y aristas de gigantescas montañas que hasta ahora sólo reconocíamos en relatos himalayescos, en este caso es la arista sudeste del Nupse, cumbre inferior del macizo del Everest, que por pocos metros no se convierte en uno más de los ochomiles, la que atrae nuestras miradas y nuestras ilusiones; sabemos que del otro lado de esta inescalada cresta nos espera la tan famosa y temida cascada del Khumbu, escollo inevitable de la ruta por el collado sur a la cima del mundo.

Caminamos por escasas horas sobre la morrena lateral del Khumbu, que ya entre las piedras va mostrando sus primeros hielos, hasta llegar a nuestro nuevo destino y último antes de llegar a la base, el caserío de Gorak Shep en la base del Pumori a 5200 msnm. La comodidad de los alojamientos previos ya muestra la incomodidad de vivir y de construir a esta altura del valle. Escaso confort pero como siempre con muchísima hospitalidad nos reciben a nosotros y a otras alrededor de 50 personas, almuerzo liviano y sin dilación actividad de aclimatación subiendo al mirador del Khalapathar, hombro a 5600 msnm camino al campo uno de la arista sur del imponente Pumori.

El viento arrecia y con él el frio que en esta latitudes puede convertirse en un odioso enemigo que junto con la carencia de oxigeno hace de un placentero paseo un agónico calvario. Fotos de rigor, filmaciones para mostrar en casa que seguimos enteros y adelante y entre mate y mate hacemos pasar las horas antes de irnos a dormir con la excitación de la llegada al base en la próxima jornada.

Los últimos kms son intrincados y complejos, el sendero es angosto y los cuellos de botella se suceden entre caminantes, porteadores y yaks. Ya desde lejos se van viendo los vivos colores de las decenas de carpas que atestan el campo base; habíamos tenido la oportunidad de observar desde el Khalapathar la pequeña ciudad de aluminio y tela que se desperdiga en la margen occidental del glaciar del Khumbu, por lo que llegar a ella no resultó tan impactante aunque no deja de ser impresionante.

Decenas de carpas y tiendas cocina y comedor se desparraman entre espolones de hielo, lagunas congeladas y arroyos sumidero del glaciar. Una pequeña ciudad estacional que ebulle durante los 3 meses previos al monzón y que desaparece año tras año dejando atrás algo de basura, centenares de plataformas talladas por el hombre que con el avance del hielo desaparecerán hasta la nueva arremetida, y por sobre todo deja en este angosto valle las esperanzas y las alegrías de cientos de escaladores que lo dejan todo por llegar a la cima del mundo.

Callejuelas talladas en el hielo entre plataformas y tiendas nos van llevando al pie de la cascada Khumbu, donde se encuentra nuestro campamento, bien al fondo del base. El idioma de rigor es el ingles y abundan los saludos de cortesía, desconocemos el lugar de origen del resto de las expediciones, de seguro que tendremos tiempo de sobra de sociabilizar. Desensillar se hace más fácil de lo esperado ya que los sherpas han instalado ya nuestras carpas, por lo que sòlo nos queda ayudar en la instalación de los baños y el mejoramiento de los caminitos dentro del campamento.

Todos damos la espalda a la inquietante cascada, necesitamos tiempo para sobreponernos a su impactante presencia, durante las primeras horas espero ansioso, a modo de test, que alguno de los chicos haga algún comentario al respecto, el silencio es de tumba, se lo atribuyo a la aclimatación no sólo a la altura sino a la presencia del coloso, del sueño, del ansiado objetivo desde hace casi dos años, con su principal escollo, los seracs del Khumbu.

Las jornadas se suceden entre reinstalaciones en el campamento, tensión de sobretechos, electrónica de paneles solares, cables, movimiento de piedras, comidas opíparas y largas charlas sobre lo que se viene en los próximos días. No hay forma de abstraerse de la presencia del Everest, aunque no podamos ver la cumbre, tanto las avalanchas de nieve como de hielo y piedras se suceden con el paso de las horas recordando que los riesgos son reales y que de nuestra estrategia y de nuestra agilidad a la hora de superar la cascada de seracs va a depender buena parte del éxito de la expedición.

A la caída del sol nada hay que hacer respecto del violento frío, se zambulle de los más que soportables 10º C a los torturantes -15 que escarchan hasta el té dentro de los termos en el interior de las carpas. Los rituales a la hora de irse a dormir dentro de la tienda de campaña distan bastante de los habituales en nuestra lejana Patagonia, meterse en la bolsa de dormir demora unos minutos, levantar la temperatura es crucial y entramos todos vestidos hasta que el plumón de la bolsa toma temperatura y podemos comenzar a sacarnos c
apas. Durante el día el sol es atesorado minuto a minuto, rara vez se sufre de calor pero se disfruta.

El sol matutino en nuestra jornada de descanso es un premio sublime a las más de 11 hs de esfuerzo del día anterior en la cascada a 6000 mts. Tocan tareas del hogar y entre lavandería, y orden en la carpa comedor se van pasando los minutos; finalmente instalamos los paneles solares y los 12 voltios se van almacenando en las baterías, hasta que el ciclo habitual aquí en el valle del Khumbu hace presencia, la tarde se nubla y una ligera nevada cubre el Campo Base obligándonos a recluirnos en la carpa comedor, otra jornada más finaliza en la base del Chomolugma.

Gustavo Andrade – Acaxa Argentina SRL
Media & Sponsor de la Expedición